domingo, 22 de noviembre de 2009

El ombligo de la mariposa.

El temporal que arrasó mi vida anterior.
La majestad que llegó con la tempestad.
Eres tan divertida como una pelota de goma,
de esas que rebotan, rebotan, rebotan y rebotan.
Me tiro al suelo de la risa, todo el rato, con toda la gente que me rodea.
Les contagio, me contagias, con la perla de tu risa.

jueves, 19 de noviembre de 2009

La araña cazada sin cenar.

La araña teje su tela a la luz de la luna.
Ella no duerme, piensa y repiensa como será su nueva malla nocturna.

¿Con cuántos hilos la trenzaré?, ¿qué figura le daré?, ¿de qué colores la pintaré?, ¿en qué lugar la colgaré?, ¿a barlovento o a sotavento?

Piensa y repiensa, en esta noche en vela amarillenta.

Un buen diseño para el trapo que atrapa a las moscas noctámbulas.
Una guía que brille y que engañe a sus víctimas tendrá que preparad.
La tela invisible será, pringosa y pegajosa las patas retendrá.
Y tan brillantes los hilos serán como cuando Encélado con catalejo puedes observad.
La cuna que pesca en mortaja se convertirá.
Sabana fúnebre que cubrirá las delicias de un manjar.

Piensa y repiensa la araña al hilar.
Y tanto pensar, y tanto imaginar.
Que de la boca la baba comienza a rebosar.
La tela por las patas se le va a pegar y del susto en su propia tela se envolverá.

La araña yace enredada en esta noche en vela amarillenta.
Se bambolea de barlovento a sotavento.
Piensa y repiensa la araña como podrá escapar.
Mientras, en la noche, las alcahuetas estrellas, hablan de lo que acaban de presenciar.

martes, 17 de noviembre de 2009

Calidad de vida.

Los bienes materiales, no solo te dan la calidad de vida.
Tener dinero, poseer en una casa digna, contar con lo imprescindible y algo más para vivir. Tener al alcance electricidad para un frigorífico o lavadora, agua limpia para beber y lavarte, ropa que te cubra y te abrigue.

La calidad de vida también te lo da la gente que te rodea.
Que te ayuden, y comprendan. Que te escuchen y te aconsejen cuando lo pidas. Que te admiren y te lo digan de vez en cuando.
Personas que te mimen, que te regalen su tiempo para compartirlo contigo sin pactos, ni exigencias.

Eso es la verdadera calidad de vida.

El texto de mi vida.

Un nuevo día.

Tomo prestados párrafos enteros del día de ayer.
Selecciono, copio y pego... mmmm ¿Dónde lo pongo?
Aquí, cuando me levanto de la cama.

Entro en la ducha y pienso en la lluvia antes de caer.
El tiempo que la lleva en formarse en las nubes.
Su vida nómada, de allí para aquí.
Surcando ríos, impulsada por oleajes, retenida en embalses, volando sobre las alas de las nubes.
Abro el grifo y el agua moja mi cuerpo.

Es el momento de soñar en lo que hubiera podido ser y no fui. Como la hormiga que quiso ser astronauta.
"Alcanzó el cohete, se coló en una de las hendiduras del fuselaje. Pero nada más despegó la nave ella salió despedida y aún peor chamuscada"

Tengo en la librería de mis libros pasados, un atlas de mis añoranzas.

Salgo de la ducha y mientras me seco busco en el tratamiento de texto un estilo de párrafo. Justificado.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El porqué de los gemelos de mis pantorrillas

Mi madre era esa mujer que vestía bata de guata cuando era niño. Me despertaba por las mañanas, con un vaso de leche y tostadas de pan con mantequilla sobre la mesa de la cocina, y mientras me las comía, me repeinaba el flequillo con abundante agua insertada en un peine gigante.

Me acompañaba al colegio cogiéndome de la mano, para que no me entretuviera por el camino y no llegara tarde. Más de un día entraba en el patio cuando ya no había nadie y tenía que llamar a la puerta de clase, con el consiguiente abucheo de mis compañeros.

Siempre a la carrera. Ella dando pasos de siete leguas con sus zapatos negros. Yo, por una razón de lógica y de tamaño, pasitos de ciempiés, uno tras otro, sin parar.
Desde ahí abajo, la miraba con asombro siguiendo la prolongación de mi brazo que le llevaba al suyo. Todos los días lo mismo. Pasábamos con las aceras levantando el polvo y atravesábamos los cruces sin mirar. A menudo, incomprensiblemente, los coches nos pitaban, e incluso sus conductores nos reprochaban nuestra manera de correr, yo les disculpaba ya que no sabían que llegábamos tarde al colegio, en cambio mi madre se ponía roja, roja de Irán, como ella decía, “se irán a tomar por…”

Antes de abandonarme a mi suerte en el colegio, cuando daba tiempo. Mi madre se agachaba, y en cuclillas me miraba. Con un lametón se humedecía los dedos de la mano, y me volvía a repeinar. Me deseaba un buen día y me regalaba un sonoro beso en la frente.

Horas más tarde, ella volvía a recogerme para llevarme a casa para darme de comer. Otra carrera. Nuestra vida era un va y viene, un sudor continuo en la espalda. Lo nuestro no era la placidez, el paseo tranquilo que degusta los sonidos de la ciudad. Pasábamos por ellos, sus escaparates, sus gentes como si fuéramos subidos en un tren.

No sé como nos lo apañábamos para que siempre nuestro estado ante la vida fuera la prisa. Vivir en el país de los atletas frenéticos.

lunes, 9 de noviembre de 2009

http://ondavaga.net/

Un vagón hermoso.





Me he encontrado, más bien, me he golpeado con esto. Un proyecto, un espacio,un lugar para la cultura, una vivencia... , como lo quieran llamar.
Estoy encantado de conocerlos. Me siento bien sabiendo que existen lugares como este, que existe gente que hace cosas para sentir y existir.

http://unvagonhermoso.blogspot.com/

Y ya puestos, suelto lo que siento y pienso hoy.

Cambiemos los conceptos.
Los prejuicios y convencionalismos.
Existen normas buenas y malas, ni buenas, ni malas, son lo que son, normas. Acuerdos a los que se llegan por uso o costumbre, por facilitar la convivencia, no son más, ¿ley?, otro convencionalismo.

Ahora si, cada uno es libre de aceptarlas o removerlas, fusionarlas con sus ideas. Adecuarlas a su modo, nadie tiene la manija de lo perfecto. Eso sí, atente a las consecuencias. Tú seras el bicho raro, que a todo le das la vuelta. Que justificas, sin aparente razón, no más que la tuya, que mayor razón por otra parte, todo lo indefendible.

Cambiemos las apreciaciones.
Se dice que "Los jóvenes somos el futuro", no estoy de acuerdo. Yo diría "Los jóvenes somos el presente, pero tanto como el no joven".
Los inexpertos son el futuro. Yo, que ya no soy joven, lo sigo siendo. Pero mi futuro cada vez es más pequeño.

Defendamos la diferencia, si esta se quiere mantener. En este mundo globalizado dónde todo nos intenta estandarizar, debemos dejar un margen de maniobra a los localismos, a las comunidades más pequeñas autogestionables. En todos los conceptos. Existen unas normas, si, pero son una referencia. Dejemos un margen a lo particular, seguro que se nos colaran sinrazones y disparates, pero que no nos aplaste el yugo de lo bien correcto.

Apreciemos lo tuyo, sin despreciar lo de fuera. Lo tuyo, es eso que esta ahí mismo.