miércoles, 18 de febrero de 2009

Es inevitable...

Traicionar a tu conciencia.
Olvidarte que te tienes que ir.
Alejarte de lo prohibido.
Entrar en la clinica de intoxicación.
Desengancharte de mi mismo.
Desconfiar de tu enemigo.
Desdoblar tu destino.
Apagar la sesión.
Decir adios.

¿Y esos?... sms(eSa Mierda eS)

Los ricos, son unos enfermos, no porque sean unos ninfómanos del dinero, sino porque es lo único que les pone.

lunes, 16 de febrero de 2009

No creo en ese Dios.

Mi libertad, como animal racional, me provoca duda. Me hace elegir, y mi conciencia, la que nos ha llegado tras la evolución, me hace sentirme culpable, si me equivoco.

A parte de la libertad, existe también en mi ser, la necesidad. Que es aquello que no podemos elegir, nos viene impuesto por nuestra naturaleza de animal, nos limita, como el comer, el beber, el dormir… son tareas obligatorias para nuestra supervivencia.

Somos seres que hemos evolucionado, nos hemos ido mutando, y nosotros fruto de una selección, ¿por qué no nos matamos entre nosotros sistemáticamente?, ¿por qué queremos vivir en sociedad?, ¿por qué tenemos miedo?,... las respuestas estan codificadas en nuestro ADN. Seguro que ha habido muchas mutaciones a lo largo de la historia natural, pero la llegó, a merecer sobrevivir, fue esta versión. Podría haber sido más humanitaria, dónde el egoismo, la ira, la envidia,... no existieran, pero entonces seríamos otros.


El Dios verdadero es la conciencia, esa con la que hablamos de vez en cuando.

jueves, 12 de febrero de 2009

Que poco vale la vida, según en que patio vivas

Manolo Santana Hernández, afilador de cuchillos de dilatada experiencia., acudió al Mercadillo de las Delicias como todos los quince de cada mes, para dar vuelta a los puestos dónde sus servicios eran bien recibidos.
Aparte de ganarse el sueldo, su presencia en el entramado de pasillos con vistas a los tenderetes, se extendía al encuentro con su deseada señorita Luisa, la pescatera que exponía las lubinas más frescas del mercado.
Entró por la puerta oeste, y el silbido de su cánula anunció su llegada, no hizo falta gritar “el afilador”, todos conocían la sintonía de la procesión. Carnicería Esteban, dos cuchillos y una maza, a su bolsa de cuero, para su afilado posterior, sobre la acera en la esmeril de la bicicleta, Verdulería la Mimosa, las tijeras del Señor Ricardo, Carnicería Chema, nada, todo afilado, el rácano, últimamente ratoneaba, y alargaba los afilados, Pescadería la Mar Azul, un estilete, un cuchillo para quitar agallas y la navaja de afeitar del marido de Lourdes, mujer entrada en carnes que a Manolo tampoco le hubiera importado arrimarse a ella en la cámara frigorífica.
Trasladaba un posible contacto sexual con ella, a la zona de los almacenes, ya que fantaseando con su Luisa, se le apareció ella también, una cosa llevó a la otra, y en medio del sueño, se olvido de Luisa, y terminó con Lourdes. Aunque se sentía culpable y se prometió que se volvería a repetir, recordaba con sumo placer aquella Manuela.
Luisa no conocía sus sentimientos, pero para él, era su chica.

Por ultimo, la parada y fonda en el rincón de la bella Luisa.

Ella no se encontraba al otro lado del mostrador. Su ausencia, le provocó una repentina malagana.

- ¿Dónde esta Luisa?,-preguntó a las mujeres que pacientemente esperaban a la peluquera de escamas.
- Se ha ido al baño.
- La ultima por favor –pregunto la mujer que se unía al grupo de compradoras que miraban el género

Conocía el camino al baño, se encontraban al lado de las cámaras, medito por un momento en ir a buscarla, su instinto y su malagana, le empujaban, nunca había experimentado esa sensación. Al final fue.

Al volver la esquina, se acercó a la puerta del baño, apoyo su oreja sobre ella, no escuchó nada.

- ¿Luisa?, ¿Luisa? –llamando a la puerta.

No hubo respuesta, en ese instante la puerta de la cámara se abrió.

- Ya va, ya va, ¿Qué ocurre?

Era Luisa que se recogía el pelo y se abrochaba la pechera.

- Hola Manolo, ya es quince –detrás de ella dentro de la cámara se oía la voz de hombre que la reclamaba.

Le vino al recuerdo, una imagen de niño, era un árbol y en su corteza clavado un cuchillo, su padre el lanzador de cuchillos del Circo Roonie, le enseñaba a coger los cuchillos por la afiladísima punta . En la siguiente escena se veía a su padre colgado de una cuerda por el cuello, y él desesperadamente intentado cortarla con uno de los cuchillos de su padre.

Sacó de la bolsa un cuchillo y se lo lanzó, la atravesó por el hombro, volvió a meter la mano, otro cuchillo, al pecho, Luisa gritaba y empezó a desangrarse. Hidalgo, el vinagretas, declaró a la policia que ni siquiera se asomo, se quedó en la cámara.

Manolo se aproximo a Luisa ya en el suelo. Esta vez eligió el arma, la maza. Luisa en el suelo le dijo:

-La ultima por favor.

martes, 10 de febrero de 2009

De trabajo, espantapajaros.


En ocasiones, te siento antes de escucharte
Erizas mi piel al abotonar mis poros
Ondeas la bandera de mi pelo
En exceso, me sacudes el polvo.

Empujas el murmullo de los árboles
Acompañas en su baile, a la campana solitaria
Te diviertes en las crestas de las olas,
de las cebadas, de los trigos, de los centenos

Portas silueta invisible, como un fantasma
Te revelas en tus obras, el humo te delata
Atravieso tu cuerpo y te sesgo
Para alcanzar el punto de, de la nada.

Ahora, aquí, en esta silla
Te oigo gemir, ahí fuera
Quieres entrar y gritas
Por las rendijas silvas.
Mas al final, como el agua,
siempre encuentras el camino,
ya estas aquí, conmigo.

LA REAL ACADEMIA de lo que me da la gana


Hágase el loco
Para no perder la cabeza.
Recuerde a lo demás
Que no merece la pena.
Perder ni un minuto más
En comprender lo que pasa
Debajo de la cabellera.

Auuuuuuuu (a lo indio arapajoe)

Yo veo cosas, ¡que cosas!
Que ustedes no entenderían
Mi realidad es mía.
y Solo mía,
nadie viajará
A costa mía
Por los surcos vinilicos
De mi pelotica

Auuuuuuuuuuuuuuuuu (a lo indio sioux)

Por encima de mi oreja
derecha
El mar de la tranquilidad
hueca
Un poco más allá
La fosa de los pensamientos pasa
¡que pasa!
Donde recibo los cachetes
Las corrientes de los deseos
calientes

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu (a lo indio apache)

Debajo del remolino
El oleaje de lo desconocido.
En el arrecife occipital
El placer de las letras capital
Por algún lado
Lo raro raro
peazo nabo
rabo chabacano

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu ( a lo indio navajo)

Esto es mío, no fío, no fijo.
Esto es mío, no obligo, no distingo
Esto es mío, me miro el ombligo
Esto es mío, me río, me rizo
Esto es mío, yo me lo como, yo me lo guiso
Esto es mío, el placer es mío
Esto es mío, practico el onanismo
Esto es mío, y lo demás me importa un pepino
Esto es mío, no fío, no fijo
Esto es mío, no obligo, no distingo
Esto es mío, no fijo... y no doy esplendor.

lunes, 9 de febrero de 2009

Me late chocolate


Si quieres, no te confieso las veces que pienso en ti, y ni como me puse un contador de besos en la mano, de esos, que se insertan en las páginas web.

Desearía que me escucharas la historia del ojo que me salió en la boca. Allí arriba en el paladar, como en el palco de un teatro. Desde esa posición, puedo ver a través de los dientes, cuando abro la boca, el mundo exterior. Otras veces, cuando tu lengua se acerca al ojo y lo acaricias, me entra la risa.

Se que al final terminaré arando en la tierra surcos con mis dedos, jurando que nunca más, nunca más, me dejaré llevar por la ilusión.

¿Al final? que queda... La melancolía, me la comía. Bahhhh!, viva la muerte. No es eso lo que nos gustaría.

domingo, 8 de febrero de 2009

09/02/09


En un día de sol, pintaré con mi dedo, el perfil de tu sombra sobre la arena de la playa, antes de que las olas, se te lleven mar adentro.

Sin luz no hay sombras.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Once minutos de casualidades


Once minutos, hace once minutos que he conocido a Andrés Miranda, técnico comercial de 43 años, traje marrón y zapatos negros, que me ha dado su mano para presentarse y ofrecerse como consultor para la empresa donde trabajo, yo le he comentado que tendría que dirigirse a la central, que allí le atenderían gustosamente. Su sonrisa lasa y de displicencia, me ha dado la impresión que esta en la fase de abatimiento sin esperanza.

Hace dos veces once minutos me he tomado un cortado, con la única compañía de la máquina de café. Yo le meto dinero, ella me entrega el vaso, y sin palabras me lo bebo.

Hace tres veces once minutos pensé en las casualidades, como por ejemplo los hijos de padres chinos, tienen rasgos chinos, no es increíble, y además, no hay ningún caso que lo contradiga.

Hace cuatro veces once minutos me inventé una canción: “No te cojo por la pechera, por comerte mi cerezas, me has cogido con pereza, y en los labios esta cerveza”

Hace varios once minutos hice algo parecido al amor.

Once minutos de casualidades, mi cerebro de eso vive.

martes, 3 de febrero de 2009

La duración de tu mirada.


Cuando te vea, mirare tus ojos y los escucharé.
Le daré tiempo a tu mirada para que se explique y yo te contestaré con mi curiosidad.
Atenderé a tu mirada. Rica y sabía. Insólita y peregrina.
Su voz, a veces pecadora, otra delicada, pero siempre bella; al menos infrecuente, una cosa rara, a mí, me ronronea al oír su cuchicheo.

En un libro de viajes.


El naufrago de tu piel soy yo. Caí del barco que me llevaba a tu concha, en busca del abrigo de tu entrepierna, calida como la canaleta de Cadiz.
Apunto de perecer, tras luchar contra las olas de sudor, abandonado a mi suerte en el mar de tu ombligo, alcancé a ver en el horizonte, una peca.
Nadé hacía ella y mi suerte pareció cambiar. La isla peca, se encontraba desierta, ningún vestigio de vida, tan solo en medio, por palmera, un pelo. Me senté a su sombra para descansar y ver el fin del día.